sábado, noviembre 08, 2025

Deberías mostrar menos los dientes.

Considero que uno de mis rasgos físicos más notorios es mi gran sonrisa. Y es algo que me encanta. Junto a mis cejas pobladas, mi nariz y mi mirada que habla sin palabras. En sí, me gusto. Me gusto mucho. Pero hubo un tiempo en que alguien me hizo pensar que mi sonrisa era muy grande. Y me aconsejó que "debería mostrar menos los dientes". Al menos eso me dijo un día que le pedí que me tomara una foto. Y lo peor de todo es que le hice caso. Y aprendí a hacer otra sonrisa. Para posar. Una que no fuera tan amplia y no se vieran mis grandes dientes. Para encajar.

¿Encajar en qué, Diana? Quizá no tenga que encajar y eso está bien. O quizá, quizá, esté intentando encajar en un lugar donde no encajo. Como cuando tratas de forzar a una pieza del rompecabezas y la quieres poner en un lugar donde no va. Pareciera que sí. Pero no.

Encaje o no, trabajé en mí. En mi identidad. Y volví a enamorarme de mi gran sonrisa. A diente pelado. Y sí, tengo los dientes grandes. ¿Y qué con eso? Mi dentista también me lo decía. Claro, a ella le tocó sacarme los tercer molares así que la puedo entender. Le tuvo que haber costado mucho extraerme esas piezas.

Y se me viene una canción de El Kanka que empieza diciendo: "Me gusta tu sonrisa Profiden". Y luego pienso en la sonrisa de Julia Roberts. Por favor. ¡Es espectacular! Y me pregunto si a ella alguna vez le han dicho que tiene una sonrisa muy grande. O que debería sonreír menos.

Todo este análisis que estoy haciendo surgió porque hace unos días una persona muy importante para mí vio una foto mía con mi enamorado, en la que estoy con una sonrisota de felicidad que no me cabe en la cara y soltó una frase que me gatilló el pasado. Mencionó mi gran sonrisa, mis grandes dientes y que quizá sería mejor que no fuese tan grande. Yo le sonreí y le dije: "amo mi sonrisa. Así grandota. Así soy yo" (como dice Bomba Estéreo en su canción). Porque claro, nos encanta hablar y opinar de los demás. Pero cuando la opinión viene de personas cercanas a ti, es otra cosa. Puede doler. Sin intención de hacer daño. Pero la memoria es tan sabandija que una sola palabra puede evocar muchas cosas. Cosas que ya habías trabajado en terapia y creías haber superado. Pero pueden volver al presente en cualquier momento. A fin de cuentas creo que así es la vida. Estamos hechos de recuerdos.

¿Y saben qué recuerdos quiero construir? Míos sonriendo. En toda mi plenitud. Así que no, no me voy a limitar, ni a restringir, ni achicar. Tengo una gran sonrisa y es parte de mí. Me encanta. Y cuando la felicidad me embarga y me siento dichosa, agradecida y bien conmigo mismo y con mi vida voy a expresarlo con toda mi dentadura. Así se me vea la prótesis. Sonrío con defectos y virtudes. Sonrío con errores y aciertos. Sonrío a diente pelado. Sonrío desde el alma. Desde el fondo. Donde está esa pequeña Diana a la que le gusta gritar, andar despeinada, comer galletas, andar descalza, bailar y reírse a carcajadas.


domingo, octubre 26, 2025

La barra.

Has estado sentado junto a ella toda la noche. Bueno, todo el tiempo que yo he estado aquí. Calculemos... 2 cervezas, 2 cocteles de cortesía del pana bartender que te da lo que sobra en la licuadora en vez de botarlo. Poco más de 2 horas. Y no te he visto que la hayas mirado a los ojos.

¿Por qué? Me pregunto.

Lo bueno de venir sola a tu bar favorito es poder perderte entre tus pensamientos y observar a los demás clientes. Sí. Me gusta observar. El murmullo de conversaciones distintas y distantes se mezclan en mis oídos con la música de turno. Y no tengo que prestar atención a nadie porque nadie vino conmigo. Soy simplemente yo y las voces en mi cabeza.

Y sí, soy yo, contigo y con ella. De lejos. En la misma barra pero con suficientes bancos de distancia para observarlos sin ser observada.

¿Por qué no la miras? ¿Me estás mirando a mí? No lo creo. Diana, vuelve a calcular: 2 cervezas, 1 margarita, 1 periodo fértil. No, no. Peligrosa combinación. Ya le escribí a mi novio. Mejor pido la cuenta.




sábado, octubre 25, 2025

¿Quién quiere probar un HOP DOP? 🌭

Ayer me encontré con este letrero en una feria de emprendimientos. No, no están leyendo mal. Me llamó tanto la atención que tuve que tomarle una foto. No sé si fue un error ortográfico del emprendedor/a o una fantástica idea de marketing. Porque luego de pasar la foto a un grupo de amigos, todos empezaron a hablar del tema. Cuando se la pasé a mi novio, acudió a Google a sacarse la duda de qué era un hop dop. Al finalizar la feria me llevé el letrero a la oficina y todos estuvimos comentando exactamente lo mismo. Hasta se me ocurrió la idea de que te vendían el hot dog cantando hip hop. A un compañero le llamó tanto la atención que compró uno y dijo que estaba riquísimo.

Todo esto me hizo recordar la campaña que lanzó Tres Cruces Light tras el error de impresión en sus latas, donde convirtieron el descuido en una oportunidad.

Y bueno, haya sido error o no, todos tuvimos en la mente el HOP DOP.


lunes, enero 13, 2025

INT. - CASITA DEL ÁRBOL - MADRUGADA

 11y11 (inserte aquí 3 besos).

A esta hora empiezo a escribir estas líneas. Después del, ya clásico, mensaje de buenas noches para irnos a dormir. Dormir separados después de haber pasado dos noches juntos. Juntos un fin de semana. Un fin de semana de playa, vino, hamaca, un pescado a lo macho, un par de mosquitos hijos de la mismísima y 3 reseteadas con alineación de chakras.

Estoy agradecida, feliz y sorprendida. Me siento afortunada. Confío. Y sonrío con carita de tonta enamorada mientras de fondo están sonando las canciones que nos estamos dedicando. Claro, yo le dije a Alexa que pusiera nuestra playlist. Ya saben, una se inspira y tiene que alimentar ese fueguito para que las palabras se escurran entre mis dedos. Tal cual yo me escurro entre los tuyos. ¡Diana, basta! (Inserte sticker del coso ese tapándole los ojos al otro coso ese).

Confío. No se imaginan lo importante que es para mí escribir esta palabra en este momento. Lo bien que me sentí ayer cuando te dije que ya no tenía miedo. Lo validada que me sentí ese sábado (gracias por recordar la fecha) cuando te lo confesé y me dijiste que estaba bien, que fuéramos despacio, sin prisa. ¡Con lo impaciente que soy! Jajajajajaja. Y me río en este momento mientras lo escribo. Porque yo quiero todo rápido y ya y contigo estoy disfrutando el bajar las revoluciones. Bueno, no siempre, porque cuando toca... (inserte sticker de niña con sonrisa pícara). ¡Diana, basta! 

Y como yo conozco que mi memoria es traicionera y no quiero olvidarme de ese momento, lo plasmaré aquí como un pequeño recordatorio. Fue hermoso que me dedicaras esa canción así, de esa forma. Yo encima tuyo, rendida, rendidos después de entregarnos mutuamente. "No sé si has escuchado esta canción". No podía ver nada y al mismo tiempo sentía todo. Escucharte en mi oreja cantando bajito, bien bajito. No viste que yo estaba sonriendo. Pero sentiste esa pequeña risa cuando la letra coincidió tal cual. Y te reíste también. "No, nunca la había escuchado. Me encanta que me dediques canciones que no conozco". Ahora entiendo cuando durante la semana me mencionaste que me tenías una canción pero que ibas a esperar a que estemos en la playa para ponerla. Fue perfecto.

Gracias, universo, por todo lo que está sucediendo, lo que estoy sintiendo, lo que estoy construyendo. Gracias, gracias, gracias.

lunes, septiembre 02, 2024

Esto (no) es un ensayo.

El día de ayer me tocó salir de mi zona de confort. Estábamos realizando el ensayo para la última función, afinando detalles, marcas, movimientos. Una compañera no llegaba todavía, yo estaba dando las líneas de ella para apoyar y, faltando tan solo 1 hora para empezar, nos enteramos que no iba a ir. El director me mira y me dice: “Diana, vas a tener que reemplazarla”.

¿Vieron Intensamente 2? Ansiedad tomó el control de la consola.

Suelo ser una persona segura de sí misma o que, al menos, así se muestra. ¡Es mentira! Jajajajajajaja (inserte miradita pillina). En ese momento me empecé a morir de miedo. Mi mente se activó y empezó a disparar miles de escenarios catastróficos: la vas a cagar, te vas a olvidar, la escena se va a caer por tu culpa, tu escena también va a salir mal. De repente, la temperatura de la sala bajó y empecé a temblar (muévete, Diana, muévete). Yo sé que podía hacerlo, pero la mente muchas veces se convierte en nuestro peor verdugo y nos traiciona. Somos expertos en boicotearnos. Mientras le enviaba mensaje de “COSORRO” a mi red de apoyo para que me envíen buenas vibras y mucha mierda pensaba los puntos que tenía a mi favor:

  • La escena se desarrollaba en un ensayo que no era ensayo sino estreno, pero los actores no lo sabían, por lo tanto, yo podía estar con el libreto en la mano.
  • El personaje tenía pocas líneas.
  • Tenía muy buenas compañeras de escena y un gran director.

Antes de la primera función (la semana anterior) publiqué en mi IG que no importaba cuántas veces me suba a un escenario, siempre me daba miedo. ¿Y qué hago? Subirme con miedo. Pero universo, no seas tan conchudo. De por sí ya estoy nerviosa sabiéndome mis líneas para que te diviertas conmigo complicándome más. Los personajes de las mismas escenas que íbamos a interpretar cobraron vida, materializándose en esa realidad que estaba viviendo. Dejé de ser Marcela y me convertí en Susy:

SUSY: Marcela: no puedo garantizar al 100% que recuerde mi letra, estoy nerviosa, muy nerviosa, estoy tratando de repasar mi texto y hay partes enteras que se me borran, no sé, y eso que aún no estoy en escena, creo que cuando pise ese escenario, mi mente se va poner en blanco…

La magia del teatro es que nunca sabes qué va pasar. No importa que hayas ensayado mil veces, tener todo controlado o aprendido al dedillo. La luz se prende aquí, me paro acá, me muevo así, me giran asá, la canción suena aquí, apagón al final. Cuando estás en escena, todo puede pasar. Arantxa lo explica mejor cuando le dice a Xento:

ARANTXA: ¿A quién le importa si era así la obra o cómo diantres debía ser? Venimos a experimentar cosas que sean ciertas en un mundo que es mentira. Venimos a mezclar todo eso. No a representar un texto. Para eso les vendemos la obra escrita y que se la lean y se imaginen lo que les dé la gana. Si vienen es porque necesitan experiencias reales. Y para que eso pase no tienen que saber con qué se van a encontrar. Y para que eso pase, nosotros tampoco.

¿Y qué pasó? Salí. Salimos. Lo hice. Lo hicimos. En palabras del director: “sacamos el barco a flote”. ¿Salió perfecto? No. ¿Me equivoqué? Sí. ¿Sufrí? También. ¿Lo disfruté? De largo. ¿Lo volveré a hacer? Claro que sí.

¿Cómo lo hice? Respirando. Confiando en mí, en el proceso, en mis compañeras de escena. Recordé las palabras de mi psicólogo cuando me ganaba la ansiedad y me decía: “nada de esto es peligroso”. Respira, Diana. Simplemente respira. Me gusta tener el control de las cosas, de mi vida. Y sé que no siempre lo voy a tener. Me cuesta soltar. Por miedo. Miedo a pisar fuera de esa zona de confort que tanto conozco y en la que me siento tan cómoda. Y, sin embargo, cuando me atrevo a pisar más allá de ella me encuentro con un mundo maravilloso por conocer, para explorar, experimentar. Me doy la oportunidad de intentarlo. De fallar. Y de volver a empezar. No es fácil. Nos enseñaron a desconfiar. No solo en los demás, sino en nosotros mismos. En lo desconocido. ¿Y qué podemos hacer? Cito nuevamente a Arantxa:

Xento: ¿Cómo haces para estar siempre tan hermosa? 
Arantxa: Y sexy.
Xento: Y sexy.
Arantxa: Madurar. Y rendirme.

El día de ayer me tocó salir de mi zona de confort. Y estoy agradecida de lo que viví.

LAS CUATRO: Un… dos… tres… ¡Mierda!
El círculo se deshace, Paola se va a camerín, Josefa y Marcela se abrazan. Ale va a irse.

MARCELA: Ale…

Ale se detiene.

MARCELA: Gracias.
ALE: Tranquila. Lo voy a hacer bien. Confía en mí.





Diálogos de:
En esta obra nadie llora. Mariana de Althaus.
Esto no es un ensayo. Iñaki Moreno.

lunes, marzo 18, 2024

Día de m.

No es un "no te pongas así". No es un "ahí te los dejo". Es un "¿quieres hablar?". Es escuchar. Y escuchar no para responder, es escuchar para entender. Es validar. Es validar que una persona se frustra, se ofusca, se abruma. No entiende. Y quiere entender. Porque comprender es aliviar.

domingo, enero 21, 2024

Entre repisas.

No recuerdo cuando llegué a tus manos. Eras una niña a la que le encantaba leer. Gusto que heredaste de tu padre. Por lo tanto, quién mejor que él mismo para obsequiarme. Tampoco puedo precisar cuántas veces me has leído. Sé que han sido muchas. Muchísimas. Y sé que seguirán siendo más. En la historia que habita entre mis hojas siempre encontrarás cobijo, esperanza, luz y guía.

Cuándo empezó el juego entre ustedes de moverme de una repisa a otra es otra pregunta que tampoco puedo responder. ¿Se pusieron de acuerdo o surgió de manera espontánea? Conociendo a Roberto (lo que pude conocer cuando me encontraba en su repisa), puedo imaginar que un día me vio en tu repisa, me agarró y me llevó con él. Así de ocurrido era él. Quizá se le antojó leerme y me tomó sin avisarte. Espera… ¿Fui secuestrado?

Un día que lo visitaste me viste en su repisa y pensaste: “¡Ah! ¡Y tú qué haces aquí!”. Y me volviste a llevar contigo. Así comenzó el juego. Cada vez que se visitaban, yo me convertía en objeto de contrabando. De tu repisa a la de él. Y viceversa. Lo lindo de este vaivén es que me hice amigo de más libros.

Pasó tanto tiempo y la memoria es tan frágil, sobre todo la de Roberto, que ya no recordaban a quién yo pertenecía. Ahí el juego escaló a: “El libro es mío y tú te me lo estás llevando”. Un día, Roberto puso su rúbrica en la primera hoja. Estampando así su derecho de posesión. Tal como marcaba todos sus libros. Cuando viste la R le reclamaste, entre risas. Roberto se puso rojo tomate, como siempre que no se contenía la risa cuando hacía alguna travesura. En esos momentos dejaban de ser padre e hija para convertirse en dos niños jugando y divirtiéndose.

El último periodo en que estuve en la repisa de Roberto jamás me imaginé que no lo volvería a ver. Y ese día, en que te vi entrar, con tu hermano y una amiga, no entendí el motivo de tu tristeza. “¡Hey! ¡Aquí estoy! ¿Dónde está Roberto?” Empezaron a empacar todo, guardar en cartones y fundas todas sus pertenencias.

Llegaste a la repisa y pude ver el dolor en tus ojos. Me viste, me tomaste muy lentamente, acariciaste mi portada y me abriste. Viste la R y rompiste en llanto. Me abrazaste. Tu hermano y tu amiga no entendían y corrieron a contenerte. Yo tampoco lo entendí ese día.

Desde ese día ya no hay más viajes. Desde ese día sólo estoy en tu repisa. Desde ese día soy tu libro más preciado.

“- Por la noche mirarás las estrellas. La mía es demasiado pequeña para que te muestre dónde se encuentra. Es mejor así. Mi estrella será para ti una de las tantas estrellas. Entonces, te gustará mirar a todas las estrellas. Todas serán tus amigas. Y además voy a hacerte un regalo...

Volvió a reír.

- ¡Ah! ¡Hombrecito, hombrecito, me gusta escuchar esa risa!

- Justamente ése será mi regalo... será como con el agua...

- ¿Qué quieres decir?

- La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para quienes viajan, las estrellas son guías. Para otros no son más que pequeñas luces. Para otros que son sabios, ellas son problemas. Para mi hombre de negocios significaban oro. Pero todas esas estrellas son mudas. Tú tendrás estrellas como no tiene nadie...

- ¿Qué quieres decir?

- Cuando mires el cielo por la noche, dado que yo estaré en una de ellas, dado que yo reiré en una de ellas, entonces será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú tendrás estrellas que saben reír!

Y volvió a reír.”



Descolores.

Desde que se acabó el rojo la humanidad perdió el control. 

Primero desapareció el amarillo. Ver un sol rosado no funcionaba igual. Por más que los Agentes de Colores intentaron hacernos creer que sólo era cuestión de tiempo hasta acostumbrarnos. 

Cuando amanecimos sin el color azul, todos alzamos los ojos al cielo. Un cielo turquesa marmoleado con verde fue algo repulsivo de ver. 

En la televisión anunciaban las nuevas gafas All-color-again 2.0 pero todos sabíamos que seguían siendo la versión beta. 

Esta vida descolorida no podía seguir así. 

Y cuando creímos que no podíamos estar peor, una mañana mientras le ponía azúcar al café y me disponía a saborear ese primer sorbo, el sabor dulce desapareció.

Rutinas extrasensoriales.

La mujer que amo se ha convertido en fantasma. Y eso cambió toda nuestra rutina. Dormimos juntas, pero ya no podemos tender la cama al día siguiente. O tomar café. A veces me sigo olvidando y preparo dos tazas. Esos días me acelero más de la cuenta y ella se ríe de mis ocurrencias. 

Cada tanto, Pedro y Lucía me visitan para hacerme seguimiento. Ella se esconde para que no la vean. Olvidándose que nadie la puede ver. 

- ¿Cómo estás? – Me pregunta Lucía. 
- Estam… Estoy. Estoy bien. Trato de adaptarme. 
- Sabes que no estás sola – Me responde con un tono compasivo. 
- Lo sé. 

Y sonrío mientras la veo asomarse detrás del aparador. Le guiño un ojo cómplice y la hago sonrojarse. 

- Lo sé.